Iniciativa de GEPAC
2.2. Pruebas de imagen

El PET, el TAC y la resonancia magnética son algunas de las pruebas de imagen empleadas en el diagnóstico del cáncer de riñón.

A continuación se detallan algunas de las pruebas de imagen empleadas para diagnosticar el cáncer de riñón. No es necesario llevar a cabo todas las pruebas que a continuación se detallan. El empleo de una u otra dependerá de tu caso particular y debes consultar con tu médico en todo momento las dudas y preocupaciones que puedas tener al respecto.

  • Tomografía axial computerizada (TAC). Es un estudio radiológico que produce imágenes del cuerpo, no solo de los huesos. Proporciona un nivel de detalle mayor e identifica áreas óseas dañadas que podrían pasar desapercibidas con el análisis de rayos X. Es posible que antes de realizar esta prueba, el paciente deba tomar una solución de material de contraste para aumentar la eficacia de la prueba.
  • Tomografía por emisión de positrones (PET). Es una técnica de diagnóstico por imagen en la que se inyecta glucosa radioactiva a través de la vena del paciente. El cáncer consume glucosa a un ritmo mayor que un tejido sano, por lo que se puede determinar si existen células cancerosas si la radioactividad se concentra en el tejido canceroso.
  • Resonancia magnética (RMN). A través de esta técnica, se obtienen imágenes de ciertas áreas del cuerpo usando ondas de radio e imanes muy potentes. Las células tumorales responden de manera diferente a estas ondas en comparación con las células sanas. Al igual que el TAC, la resonancia magnética genera imágenes en tres dimensiones. Esta técnica puede ser útil cuando no se puede realizar un TAC por alergia a los contrastes iodados o alteración en la función renal. Los pacientes que tienen claustrofobia pueden ser sedados para reducir la sensación de miedo o ansiedad.
  • Gammagrafía ósea. Esta prueba se lleva a cabo para determinar si el tumor se ha extendido a los huesos. Se realiza a través de la inyección de un isotopo radioactivo que se fija al hueso dañado. Generalmente no es necesario realizar esta prueba si previamente se ha realizado un PET/TAC. Esta prueba se realiza en aquellos pacientes con signos y síntomas de metástasis óseas, como dolor o impotencia funcional, y también en el seguimiento de las mismas.
  • Ecografía abdominal. Una ecografía abdominal por ultrasonido puede ser útil para observar los riñones, los uréteres y la vejiga cuando existe sangrado en la orina. Las ecografías abdominales permiten distinguir entre un quiste y una masa sólida. Esta técnica emplea ondas sonoras que producen imágenes de los órganos internos, ayudando al radiólogo a detectar cualquier masa anormal. Se mueve una vara pequeña, llamada transductor de ultrasonidos, por la piel. Ésta emite ondas sonoras que provocan ecos al rebotar con los órganos internos y muestran en la pantalla una imagen de la zona.
  • Pielografía intravenosa (PIV). En esta técnica se inyecta un tinte especial a través de una vena, generalmente en el brazo. Este tinte circula por el torrente sanguíneo hasta los diferentes órganos del cuerpo, incluidos los riñones. Luego, se obtienen unas imágenes de los riñones mediante rayos X que muestran cualquier anomalía en los mismos. Si el examen releva alguna sospecha de cáncer de riñón, normalmente se solicitará la utilización de otra prueba de imagen más precisa, como el TAC.
  • Radiografía de tórax. La radiografía o placa de tórax es un examen diagnóstico por rayos X que se utiliza comúnmente cuando existe la sospecha de que la enfermedad se ha extendido a los pulmones. Aunque no es la prueba de imagen más precisa, permite mostrar la existencia de áreas sospechosas en el pulmón y / o esqueleto.
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