Iniciativa de GEPAC
5.1. Aspectos emocionales

La información es una buena herramienta para manejar la incertidumbre y disminuir el impacto. También es importante no anticipar pensamientos negativos.

La noticia del diagnóstico de un cáncer de riñón puede generar en ti distintas emociones que ocasionarán que te sientas abrumado en muchos momentos o incluso con dificultades para tomar decisiones. Todo ello es absolutamente normal y forma parte del proceso natural de adaptación emocional a los cambios que comienzas a afrontar.

Los síntomas del cáncer de riñón suelen ser muy inespecíficos, por lo que en el momento del diagnóstico es posible que el shock, la incredulidad o incluso la negación te acompañen. Estas emociones surgen como consecuencia de la defensa que nuestra psique realiza ante información dolorosa y ante vivencia de un acontecimiento que entendemos como altamente amenazante.

En los instantes en los que recibes esta información y escuchas la palabra “cáncer” posiblemente tiendas a anticipar el futuro de forma negativa y notes que el miedo se adueña de ti, al igual que la angustia y la sensación de incapacidad para afrontar los tratamientos de los que ya te empiezan hablar. En estos primeros momentos tu médico te propondrá realizar diversas pruebas que complementen el diagnóstico, con el fin de definir los tratamientos más adecuados: cirugía, quimioterapia, terapias dirigidas… serán términos que empiecen a sonarte familiares.

La información es una buena herramienta para manejar la incertidumbre, disminuir el impacto y la negación. Con ella te capacitarás para poder tomar decisiones, conocerás cuáles son los siguientes pasos a seguir, favorecerás la generación de confianza con tu equipo médico, así como el sentimiento de seguridad. Esta información será también de utilidad para tus familiares más cercanos. Siempre es recomendable que las personas más allegadas a ti cuenten con información, ya que esta les ayudará a adaptarse a los cambios y a servirte de apoyo en los momentos en los que más lo necesites. En el caso de tus hijos, la información será igualmente beneficiosa para ellos, pero deberá adaptarse a las necesidades y a la capacidad de comprensión de cada niño.

La incertidumbre ante el futuro y la sensación de inseguridad son emociones que pueden acompañarte durante los tratamientos. Aquello que parecía inherente en ti, la salud, parece dejar de acompañarte.

Quizá tengas ciertas ideas preconcebidas sobre lo que pueden suponer los tratamientos o miedo de cómo afectarán a tu vida cotidiana los efectos de la nefrectomía. Estas ideas pueden generar en ti un exceso de angustia. En este punto es recomendable que comentes con tu médico las dudas que te surjan con el fin de conocer el proceso a seguir y las repercusiones que los tratamientos podrían tener. Esta información te ayudará a disminuir la angustia y a adaptarte a los cambios.

Algunas estrategias que te ayudarán a sobrellevar la ansiedad y la angustia son las diferentes técnicas de relajación, así como el esfuerzo por centrarte en las tareas o pasos que debes dar a corto plazo más que en el amplio abanico de posibilidades futuras.

Estos pensamientos negativos de los que hablábamos pueden intensificarse e incluso mezclarse con otros como el sentimiento de culpa que a veces se produce al percibir la intensa preocupación de tus familiares ante tu enfermedad. Estas sensaciones pueden llevarte a un estado de tristeza más o menos duradero en el tiempo. Es normal que tus familiares sientan las mismas emociones tú (rabia, tristeza, ansiedad…), pero desde una perspectiva diferente. No eres tú quien les provoca esas emociones sino la situación que vivís. Quizá tiendas a ocultar información para proteger a tus allegados y este, será un peso añadido. Acompañaros, escucharos, arroparos y apoyaros os facilitará que os sintáis más cercanos y que trabajéis en equipo hacia un objetivo común, tu mejoría.

Es normal que durante tu convalecencia, tras las cirugías o en el transcurso de los tratamientos, tengas momentos en los que la astenia (sensación generalizada de cansancio o debilidad física) se apodere de ti y que sientas que no encuentras satisfacción en las mismas cosas en las que la encontrabas antes. Es importante que no confundas estos sentimientos con una depresión ya que están claramente motivados por los efectos de tus tratamientos. Permítete estos momentos de convalecencia y de menor actividad con el fin de retomar fuerzas. Obsérvate y pon en práctica hábitos de autocuidado y ve aumentando poco a poco tu actividad a medida que notes cómo aumenta tu energía. En el caso de que la tristeza continúe en el tiempo ponte en contacto con un psicooncólogo para que valore tu situación.

Debes identificar tus recursos personales, capacidad, apoyos familiares,… y contar con ellos en los momentos en los que tus ánimos flojeen. Las reacciones de ira y la sensación de aislamiento quizá surjan ante la incomprensión y la frustración por lo que te sucede y es posible que tus familiares o las personas más cercanas a ti sean el foco de tu ira.

Es frecuente que, aunque tus familiares más cercanos quieran ayudarte, no sepan cómo hacerlo. Expresar tus miedos, inquietudes, pensamientos o deseos te ayudará a sentirles cerca y a que ellos se adapten a tus necesidades para ofrecerte el mejor apoyo posible.

En estas ocasiones, los pensamientos que anticipan el futuro de forma negativa pueden apoderarse de ti generando la sensación de que el estado en el que te encuentras sea reflejo de cómo te encontrarás en el futuro. Recuerda que el equipo sanitario estará ahí para resolver tus dudas, por ello, debe ser prioritario para ti centrarte en la información que el médico te ofrece a día de hoy más que en suposiciones a largo plazo para las que no tengas fundamento.

La información sobre tu pronóstico debe provenir del quipo médico responsable de tu tratamiento. Las estadísticas generales siempre se verán moduladas por tu estado de salud general, tu diagnóstico, la respuesta de tu organismo ante los tratamientos…

Plantéate tu recuperación de forma progresiva con el fin de no autoimponerte plazos que generen una mayor ansiedad. Cada persona requiere unos tiempos determinados a la hora de volver a realizar sus quehaceres diarios por lo que no existen periodos de recuperación bien establecidos. Para conseguir una rehabilitación deberás tener en cuenta no solo el ámbito físico, sino también el psicológico.

Debes saber que podrás contar con un psicooncólogo para ofrecerte asesoramiento si consideras que necesitas un mayor apoyo. Estos profesionales son psicólogos expertos en el ámbito del abordaje emocional del paciente oncológico y sus familiares. Algunos centros hospitalarios tienen en cuenta a estos profesionales a la hora de realizar una atención integral de los pacientes. En el caso de que tu hospital no cuente con este tipo de profesionales podrás encontrarlos en las diferentes asociaciones de pacientes que intentan cubrir este vacío asistencial.

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